Mis manos sostenían tu pecho y se hacían eco de tu respiración. El sueño me atrapó el alma, y la carne se vuelve imposible. Te busco en la avenida y no puedo tener tu lado rojo cerrándome el paso y mi fuerza concretando la evanescencia. Acaricio mi soledad y la derramo en tu nombre.
El acceso a la palabra evocativa como llave del alma y carnalidad suprema.
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